lunes, 15 de diciembre de 2014

Bienal de Venecia: Modernidad cuestionada.



Antonio Toca
 
Esta Bienal, inaugurada en junio, constituye una verdadera sorpresa porque sus temas no reiteran el repetitivo exhibicionismo de arquitectos y obras reconocidas.

La propuesta de Rem  Koolhaas fue que la Bienal se enfocara a la arquitectura y no a los arquitectos; algo que ciertamente él no ha hecho, porque forma parte del star-system internacional.

Se puede criticar a Koolhaas por muchas cosas, pero no por su inteligencia y su capacidad camaleónica de adaptarse a lo que las circunstancias impongan. Primero crítico del sistema, después ávido promotor de obras e ideas que le han dado grandes reconocimientos, ahora fue designado como “curador” de la Bienal de arquitectura en Venecia. Los temas que propuso son: elementos de la arquitectura, una enorme exhibición en el pabellón central y para las exhibiciones de cada uno de los 65 países inscritos, la absorción de la modernidad —de 1914 a 2014—.

Contradiciendo su condición de arquitecto-estrella, Koolhaas propuso temas para la Bienal, que muestran su envidiable habilidad como guionista y crítico cultural. Lo hizo sabiendo que son interesantes, que requieren de análisis e investigaciones importantes, y que le permitirían ser —una vez más— el centro de atención de la Bienal. 

La muestra sobre elementos de la arquitectura es una ingeniosa manera de aprovechar el trabajo de sus estudiantes de la Graduate School of Design en Harvard, y la participación de otros colaboradores. Esa investigación, además de la exhibición en la Bienal, se publicó en un libro de dos mil páginas: Elements of architecture.

El voluminoso libro parece un catálogo de materiales y muebles de la construcción que, como sarcásticamente comentó Koolhaas: es un campo sobre el que los arquitectos han perdido todo el control y se ha entregado a otras profesiones. A la presentación de los “elementos” fundamentales de la arquitectura: el piso, los muros, escaleras, techos, puertas, y ventanas, se suma un despliegue de la evolución de los retretes; que prueba que en dos mil años, su diseño es similar y sólo se ha complicado tecnológicamente. 

La sección sobre “puertas” tiene numerosos modelos a escala real que recuerdan las exposiciones de Robert Venturi: Aprendiendo de las Vegas (1972) y Architecture as Signs and Systems (2004). La enorme exhibición de “elementos” que han transformado la práctica llevó a Koolhaas a admitir: actualmente la arquitectura es poco más que un panel divisorio; nuestra influencia ha sido reducida a un espacio que sólo tiene cinco centímetros de espesor. 

Su declaración es una sorpresa si se le compara con el texto de una página sobre los cinco elementos para una nueva arquitectura, que publicó Le Corbusier hace 80 años, provocando una revolución en la arquitectura mundial; que ahora sirve como tema en esta Bienal.

El gran salón del Arsenal se dedicó a Monditalia, con una muestra de obras de 40 jóvenes arquitectos italianos. Aunque es admirable la intención de promover a esos arquitectos, resulta muy confusa la presentación porque el recorrido es una abigarrada exhibición de espectáculos de cine, danza, música y teatro que, por sus características, no pueden ser apreciados en espacios tan reducidos. Además, el recorrido dentro del arsenal tiende a confundir al público con el despliegue simultáneo de luces, movimiento y sonido.

El espectáculo de la Bienal se complementa con el pabellón de cada país y su “absorción” de la modernidad; que en el siguiente analizaremos.

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